Alfonso Egea nos dedica unas letras

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Escritor y periodista, Alfonso Egea ha trabajado en diversos medios, actualmente presenta el espacio de actualidad en Espejo Público de Antena 3. Se ha especializado en la cobertura y análisis de sucesos policiales. Escritor de varios libros como: Asesinos, Condenado a muerte, Hay chicos malos, El caso de Marta del Castillo… El último, 29 balas y una nota de amor, narra una historia de un policía… su tema.

Un compañero, policía nacional, que lo conoce, nos comenta que Alfonso “siempre está mirando el móvil, hay algo especial en él que me llama la atención, sabe diferenciar el morbo de la noticia, pendiente de evitar datos que puedan dañar a personas o afectar a una investigación y eso no está al alcance de cualquiera”

Muchas gracias por dedicarnos estas letras:

No hay término medio: cuando ves a un policía o te asustas o te tranquilizas. Esa es la maldición y la bendición que supone ser un agente de la Ley. De lejos parecen máquinas perfectamente uniformadas, entrenadas para intervenir en cuestión de segundos, sin miedos, sin preocupaciones, sin deseos ni debilidades. Policías. Pero esa apariencia dista muchísimo de ser real. No hace mucho pasé una jornada entera en la Academia de Ávila, donde los agentes del mañana se entrenan durante todo un año en todas las disciplinas posibles. Instrucción, sí, pero también Historia, Derecho, Ciencias… Chicos y chicas muy jóvenes, con una chispa de ilusión en la mirada inagotable, y en estos días tan aciagos para llevar uniforme, días en los que los valientes en redes sociales atacan a los que llevan uniforme por el mero hecho de llevarlo, que los acusan de torturadores y opresores, que les escupen de todo virtualmente, en estos días tan jodidos para ser policía, es ilusionante ver a tantos chicos y chicas desear que le den su placa.

Por todo lo anterior es más importante que nunca poner en valor iniciativas como www.policiah50.com Por fin policías hablando de asuntos policiales desde dentro. Con el máximo respeto a las investigaciones abiertas y sin interferir en ellas, pero al menos contando desde dentro lo que muchas veces se tergiversa desde fuera. Repaso algunos textos de la página mientras redacto estas líneas y detecto elementos comunes en todos los artículos: rigor, respeto, información cualificada y una dosis de sentimientos, porque sí, no os liéis, los maderos son también personas, son padres, son hijas, son hermanos, esposas, tíos y tías, y a ellos también les duele la injusticia, la desigualdad y la indefensión de las víctimas. También les frustra detener 20 veces al mismo chorizo y también les duele asistir al levantamiento del cadáver de una persona joven. Les desgarra ver desde dentro el sufrimiento de un niño o el abandono de un anciano. Son mucho más debajo de ese uniforme de lo que muchos piensan cuando los juzgan como un todo monolítico sin sentimientos que solo sabe golpear antes de preguntar. Eso es mentira.

Suerte con este nuevo proyecto y que sobre todo sirva para que aquellos que se asustan o desconfían del uniforme tengan algún día la enorme suerte que tengo yo cuando me lo cruzo: si ocurre algo al menos por aquí cerca hay un policía.

Alfonso Egea.

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