El factor miedo en la intervención policial de Carabanchel

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MIEDO

Hoy he sentido miedo y no me ha sucedido nada especial, salvo cosquilleo en el estómago achacado a que era mi primer día de patrulla después de once años desempeñando un trabajo policial menos operativo.

El temor a lo desconocido y las dudas acerca de mi capacidad para enfrentarme a los retos de la calle, que es donde un policía se la juega, casi no me habían dejado dormir.

Comencé el servicio a las siete de la mañana y tras un breve briefing salí a la calle. I compañero era un desconocido, la ciudad también. En esos momentos la única sensación que me invadía era la de absoluta desnudez. A lo largo del servicio me fui vistiendo de confianza, de capacidad y de compañerismo.

Como siempre, el factor humano, compañeros que no solo te enseñan, sino de los que aprendes; auténticos mentores altruistas que transcurrido tiempo nunca olvidarás.

Es ese primer servicio el que nos iguala a todos, pero que no para todos es igual. No lo fue para la chica de prácticas a la que casi apuñalan ayer. Cuando antes dije que había sentido miedo, lo sentí al ponerme en su piel, su primer servicio, tan esperado y tan temido, con riesgo vital inminente.

La respuesta de estrés agudo que se desencadena ante una situación así es supone un proceso de activación que inhibe la respuesta racional, que favorece la aparición de conductas desorganizadas y caóticas, que inhabilita a la persona para adoptar decisiones fundamentadas en análisis de riesgos y a calcular las consecuencias jurídicas de cualquier reacción adoptada, principios jurídicos como la proporcionalidad en ese momento solo son especulaciones de quien nunca se verá en esa situación, lo importante es sobrevivir.

En el reino animal la amenaza percibida desencadena reacciones innatas biológicas y establecidas que no necesitan un alto grado de elaboración. El ser humano necesita comprender lo que sucede y evaluar su reacción ante una amenaza de forma global para a continuación tomar decisiones como acercarse, evitarlo, atacar o escapar. Hay tres factores que modulan la respuesta ante la amenaza: (1) el impacto de la emoción, que la distorsiona fisiológicamente, como sudar y acelerarse el corazón; (2) a nivel conductual puede haber reacciones de huida, ataque o parálisis, tales como gritar y (3) cognitivamente me pueden invadir ideas irracionales, todo ocurre a cámara lenta.

Sumado a lo anterior el ser humano construye su mapa de la realidad a través de la experiencia con hechos anteriores y a partir de ahí emerge su capacidad para prever y anticiparse a los peligros. Tendemos a completar el puzle de la realidad con piezas que nosotros mismos hemos experimentado.

Sabemos que la compañera carecía de experiencia y no tenía piezas para completar un mapa de la realidad ante una situación como esta, intuimos que la formación recibida para construir el conocimiento necesario para enfrentarse a una situación como esta no fue el mejor: cuando te surgieren que el arma está mejor con seguro y sin bala en la recámara o cuando te dicen que disparar a alguien que te está atacando puede suponer el pasaporte de vuelta a casa, no jurar el cargo o incluso ser el nuevo Casimiro Villegas y que un juez aficionado a la ciencia ficción te pida veinte años por defenderte.

Desde 1PSXXI apostamos por una política de RRHH que considere el trabajo policial como algo humano y empírico, libre de dogmatismo, con una actualización permanente adaptada a la violencia real y no a que un administrativo cubra el expediente. El aprendizaje se ha de basar en situaciones de emergencia bajo respuesta al estrés para lograr respuestas adaptativas que permitan entrenar los mecanismos automáticos de control ante situaciones traumáticas. Un entrenamiento de los que cansan y duelen, pero de los que te salvan la vida.

Isabel Sobrino Vaz. Policía Nacional. Licenciada en Psicología clínica. Máster en Psicología General Sanitaria.

Es miembro de UNA POLICÍA PARA EL SIGLO XXI

 

 

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