Juicio contra Ana Julia: cuando los indicios se convierten en pruebas

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La investigación de la muerte del pequeño Gabriel, que en estos días se celebra el juicio a su presunta autora Ana Julia, puede pasar a los manuales de academias policiales. Es el ejemplo perfecto de como un indicio pasa a convertirse en prueba tras una tarea de investigación.

Ana Julia despertó sospechas desde el principio, eso es evidente, sus antecedentes, su comportamiento… pero sobre todo cuando dejó la camiseta del menor en el campo para ser encontrada por ella misma, una camiseta seca en días de lluvia. Con ello trataba de desviar la atención a una expareja suya que vivía en la zona.

Esos indicios, son meras sospechas y un investigador no puede presentar a un juez desconfianzas escasamente fundamentadas y que responden a la mera intuición.

Los investigadores pincharon su teléfono, colocaron micrófonos dentro del coche, realizaron seguimientos … para certificar esos indicios y presentar pruebas documentadas ante el juez.

Investigación tradicional, controlada judicialmente con las debidas autorizaciones y que hoy día es la base o sustento de la acusación.

Ana Julia no puede negar los insultos, las vejaciones al cadáver, tampoco que lo desenterró… no puede negar las pruebas presentadas ante el juez.

La desconfianza, la sospecha se debe probar con evidencias y las evidencias se convierten en pruebas con las tareas de investigación supeditadas a la legalidad y bajo control judicial. Son esas pruebas las que hoy sientan en el banquillo a Ana Julia.
Importa poco lo mala que sea…que también.

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